Ante todo lo que quiero es llegar a través de la lectura de esta apología de la educación hasta el conocimiento en general (a todos los niveles de conocimiento – si es que fuese posible-). Pero también a algo de conocimiento real, ese que usamos de forma aleatoria junto con los métodos tradicionales. Un conocimiento natural, en este caso, un conocimiento de raíz, de vino, enológico. Alvar de Dios Herández y Tío Uco. Un vino de origen Toro, fresco, fácil de beber, pero con la complejidad del cariño puesto ecada uva, cada proceso, cada botella.
Un conocimiento natural, en este caso, un conocimiento de raíz, de vino, enológico. Alvar de Dios Herández y Tío Uco.
He de confesar que cada vez hay más térmios que ya no me parecen tan literarios cono al principio. Quizá ande más cerca del equívoco que de la verdad, pero así lo siento.
…,Quiero llegar a través de la lectura de esta defensa del derecho universal a la educación hasta el conocimiento general, hasta el conocimiento real,…
Me pasa con muchas palabras. Iré poniendo ejemplos poco a poco. Una de ellas es “autodidacta”. Estéticamente ya no me dice tanto como hace unos años. Funcional lo es, poética nunca lo ha sido, pero lo que sí es cierto es que el uso, el abuso y la mala puesta en práctica han hecho que me aburra ya hasta el mero hecho de escribirla. Es el recurso fácil de quien no posee conocimiemto por haber zanganeado, por holgazanear toda la vida. “Yo soy autodidacta”. Mira tú que bien. También podemos contar con su antónimo, o como rayos querámos llamarlo. Podemos haber desarrollado un potencial de asimilación de conocimientos brutal.
Cuando somos niños somos puros juguetes en manos de una sociedad, o de parte de ella. Juguetes prestos a ser sometidos a engaño, a ir también con el tiempo depositando la confianza en el lugar y con el ser equivocado, a regalar nuestras capacidades. Hay veces en las que ya has regalado tanto que es imposible encontrar nada más ni si quiera para tí. Cuando somos niños, a veces, incluso nacemos en el lugar equivocado, somos los hijos de los padres equivocados, tenemos amigos que ni sabemos como han llegado, y un profesor que nos desenseña, que absorbe nuestro saber natural, que lo hace suyo. Lo niños y los abuelos somos de verdad. Tan de verdad somos que no creemos en la metira ni en la manipulación. Aún no creemos en el dinero o no creemos ya. Pero siempre hay adultos que se empeñan en fastidiarnos el día. Yo tengo un amigo que nunca ha podido estudiar.
…,Cuando somos niños, a veces, incluso nacemos en el lugar equivocado, somos los hijos de los padres equivocados, tenemos amigos que ni sabemos como han llegado, y un profesor que nos desenseña, que absorbe nuestro saber natural,…
El destino se ha ido ecargando de restarle posibilidades. Ese amigo estaba dispuesto, sobre todo, a sacar a niños de las garras de los magos, de los malos magos. Perdón, de los magos malos, de los capitalistas chamanes, esos que sí que tienen conocimiento, tienen lo que la sociedad llama educación, pero que son tan celosos de él, el conocimientoy de ella, la educación, que nos detestan a nosotros los niños y a nosotros los abuelos. Se dió el caso en que un chaman odió a un niño solo por ser puro, por ser joven, por ser como la fruta de joven, como la madera joven. Tanto llegó a odiarle que se encargó de sembrar en él la esperaza de que poseía un gran poder, el de la sanación, el de la magia, al fin y al cabo. Mientras tanto en el colegio se le echaba de menos desde hacía tiempo, aún sin conocerlo. Este niño sanó a mucha gente. Nunca supo porqué, solo que sanaba. Quizá llevaba todo el tiempo sanando a gente sana. El colegio siempre le esperó.
Hace ya tiempo que se le va agotando la ocasión hasta de poder decir: Yo soy autodidacta. Déjenme que les recomiede hoy una película. Lleva por título I am not a Witch No soy una Bruja.
Nadie es autodidacta del todo. No se puede afirmar que todos los conocimientos, hasta los más puramente académicos, tengan un origen lectivo. Tampoco se puede hacer, una vez que se posee el conocimiento, sea cual sea la forma de adquirirlo, una verdad absoluta de él. Y no solo eso, también apropiársela, firmarla como si uno fuese su autor, su creador.
Pienso ya desde hace tun tiempo que las diferencias sociales y culturales son el fruto de la injusticia del dinero. Sin dinero uno no puede ir a la universidad. Tampoco aprender por sí mismo. En este mundo, el nuestro, el gastronómico, en ese mundo en que queremos hacer felices a quienes confían en nuestro criterio para homenajear a sus estómagos también hay magos, maestros, buenos maestros, cultura, injusticias.
Hay gente de colegios que nunca han pisado un aula, y gente sin colegio que viven constantemente en clase de cualquier asignatura. Por norma general, las brujas existen. De estas existen, de las malas, seguro, en los lugares más insospechados aparecen. Quizá conozcamos más magia y más brujos de los que pensamos. Hay quien planta vides, quien las recupera, quienes ni una cosa ni la otra, trabajan y trabajan para hacer uva y transformarla por arte de alquimia en vino. En ese proceso anda Alvar de Dios Hernandez, un proceso espontáneo, de aprendizaje natural, de educación natural. Por cierto, estoy a punto de cerrar este artículo y aún no he hablado del final de la niña bruja, esa a la que anularon sacando del colegio para convertirla en sanadora total. Pues al final muere, muere por dentro. Muere porque ha llegado el momento en que es inposible luchar por el cole. La edad del cole pasó, y el colegio con ella. La magia ganó, el dinero ganó. Estaba el colegio tan tan cerca que era muy fácil llegar y pasar de largo.