…,Creo firmemente en esa otra fase de cata. La fase auditiva. El sonido que se extingue y que precede a las,…
Para hablar de la segunda circunstancia debo echar mano a los recuerdos de un viaje. Visitamos una bodega antigua, recuperada recientemente, con una sala de barricas y un almacén de botellas llenos de tiempo, llenos de historia. Nos explicaba Jose, el bisnieto del creador de todo aquello, que habían elegido unas botellas de vidrio grueso para evitar que un golpe pudiese romper la botella con facilidad.
También nos habló de empaquetarlas para el transporte con protección adicional. Unos separadores para las botellas y una buena colocación. Esos cuidados y alguno más hace que cuando se suelte el vino en la bodega el sonido sea justo el seco de una caja tocando el suelo. Un ruido que me gusta sobremanera es el que provoca la navaja del sacacorchos al abrir el cierre de las cajas, o el despegue de las grapas o las puntas de una caja de madera. A ese le sigue el que yo provoco al posarlas en el estante de la cava de donde solo van a ser movidas para llevarlas a su último destino. La mesa.
…,Un ruido que me gusta sobre manera es el que provoca la navaja del sacacorchos al abrir el cierre de las cajas, no es sonido, es el sonido…
Ahí es donde se produce ese son en el que creo, el que me sugiere, el que me hace sugerir, el que me sugestiona. Es el sonido del “pssspop” del corcho precedido por el que produce el acero y el corcho al incidir el uno en el centro del otro. El ruido,…. de nuevo el ruido del sonido de la caída. De nuevo ese que sirve de antesala al sorbo, a la última manifestación sonora antes del trago, antes de que todo cobre sentido.