La luna y el Pinot Noir. Ya hace tiempo que la luna une a un fuerte grupo de hombres, mujeres, almas y corazones, inquietudes y realidades. Nos une el vino y nos une la raíz.

Raimundo Lara es un hermano mío y nuestro, es un poeta de la tierra y con la tierra, de la rama y con las ramas, de las cosas más pequeñas y trascendentales. Raimundo nos trae una poesía que podría haber salido de su pluma. Yo, con su permiso os cuento esta historia que introduce otra, la suya. Una conversación de lo especial, perfecta.

Ya hace tiempo que la luna une a un fuerte grupo de hombres, mujeres, almas y corazones, inquietudes y realidades. La luna y el Pinot Noir.

Cuando venía el calor, venía con él también la noche. Y la luna. Y reunirse con la gente que llevabas tiempo sin ver, y reír, y contar anécdotas del año que casi siempre eran fantasías. Alguien dijo que había aprobado con nota un exámen de Historia de Roma contando Espartaco, la película. Isabel alucinaba con que el profesor de gimnasia le había propuesto una relación duradera y no sabía lo que contestarle a la vuelta de vacaciones.

Javier nos sorprendió a todos destripándonos una película y relatando un viaje a las viñas, y una historia de amor a la vez. Sorprendentemente él era el protagonista. Hay que reconocerle su habilidad para hacer permanecer a todos inmóviles escuchando hasta el final del relato. Comunicaba como hasta entonces nadie habiamos visto hacerlo.

Javier y Raimundo compartían tantas cosas a pesar de no ser especialmente amigos que una de aquellas noches, cuando ya olía a septiembre, aparecieron por caminos diferentes con tres botellas de vino -suficiente para los cinco- y unas hojas de papel sueltas en la mano. Ahora no soy capaz de saber quien traía cada cosa.

El vino estaba bien claro desde el principio que iba a ser Pinot Noir -fueron las dos palabras más pronunciadas de todo el verano-. La luna y el Pinot Noir. En los folios nunca supimos en realidad lo que iba escrito. Lo que sí comprendimos es que a uno de ellos, o a los dos, además de la música, le había atrapado sin remedio la poesía.

Poco después pudimos averiguar de qué se trataba lo que escuchamos recitar aquella noche. Todos guardamos inexplicablemente en la memoria letra por letra aquella conversación que nos estaban contando:

Luna, con la fresca saldré a buscarte, cuando el son comience
a enfriarse y me de por hablar.

Luna, y andar por caminos añejos que me muestren con quien sueña el viento cuando es vendaval.

Luna, degustar los colores que pare la tarde cuando es devorada por la oscuridad.

Y ver cómo le cambia el careto al cielo cuando salen de ronda las estrellitas.

Luna, y dejar que la noche me trague yen su patio beberme los aires de la madrugá.

Y vomitar a chorros mis pensamientos. Inundarme por dentro sin olvidar que te he visto llorando luna, porque tu jardin se quema.

Que te he visto pedir ayuda y la ayuda, tarde llega. Que te he visto pasarlas putas asfixiá or la humareda.

Y agonizan árboles que son cenizas. Y animales calcinados por nuestros males.

El paisaje es muy triste pa la vista. Ya no queda belleza donde había mar. Es solo una capa negra fruto del desastre.

Y aquí no se toman medidas, mañana todo se olvida, luna. Y vendrán las consecuencias, los problemas, las carencias y suma.

De Cháchara con la Luna. Tema central de “Y si Quieres Llorar te Hago Reír” de Sínkope.